…..clima caluroso, sombras refrescantes, tiempo libre sin relojes apurándome, bancos sin ocupar. Observé a la gente, caras preocupadas, pasos apurados, miradas perdidas, vidas sin ganas, sueños truncados, posibilidades nulas.
La mayoría de las personas pasan de una etapa a la otra sin sentirse felices, satisfechos consigo mismo.
Cuando tú llegaste a mi vida encendiste mi existencia, coloreaste mi horizonte. Aprendí a disfrutar de los momentos a tu lado, de cada minuto de las horas que pasamos juntos, de las pequeñas cosas que te rodeaban,
En ti, encontré la compañía, en tus palabras las ideas faltantes, y en tus silencios las afirmaciones faltantes, en tus brazos la fuerza desaparecida.
Y viví cada momento, de cada una de las etapas de nuestra relación. La sorpresa de un mensaje a la madrugada, una llamada para decir solamente “hola”. El nerviosismo de un encuentro, los momentos de una mirada, los primeros pasos de tu mano, la entrada en tu entorno, el descubrimiento de la calidez de tus abrazos, el sentimiento volcado en un beso.
Como en una escalera, peldaño por peldaño…..
Con el tiempo, los engranajes de nuestras vidas, se fueron sincronizando, ya no necesitamos decir, aprendimos a ser nosotros mismos en un conjunto de dos. No es que haya desaparecido el romanticismo, ni el mismo amor, es que es mirarnos y pensar lo mismo.
Me ajusté perfectamente a ti, que creo estoy listo para pasar a la siguiente etapa……….no solo ser parte de ti, en tu corazón. Ya no quiero que seas mi sueño constante, amor, es que necesito de ti cada minuto del día. Pienso, vida, que puedo hacerte feliz en las diferentes situaciones diarias.
Darte los “buenos días” al despertar. Compartir un apurado desayuno antes del trabajo. Llamarte a tu oficina. Esperar tu regreso. Encontrarte a la noche. Sentarme a tu lado. Contarte mi día. Escuchar tus quejas. Mirarte cerrar los ojos. Velar tus sueños.
Acéptame........
La mayoría de las personas pasan de una etapa a la otra sin sentirse felices, satisfechos consigo mismo.
Cuando tú llegaste a mi vida encendiste mi existencia, coloreaste mi horizonte. Aprendí a disfrutar de los momentos a tu lado, de cada minuto de las horas que pasamos juntos, de las pequeñas cosas que te rodeaban,
En ti, encontré la compañía, en tus palabras las ideas faltantes, y en tus silencios las afirmaciones faltantes, en tus brazos la fuerza desaparecida.
Y viví cada momento, de cada una de las etapas de nuestra relación. La sorpresa de un mensaje a la madrugada, una llamada para decir solamente “hola”. El nerviosismo de un encuentro, los momentos de una mirada, los primeros pasos de tu mano, la entrada en tu entorno, el descubrimiento de la calidez de tus abrazos, el sentimiento volcado en un beso.
Como en una escalera, peldaño por peldaño…..
Con el tiempo, los engranajes de nuestras vidas, se fueron sincronizando, ya no necesitamos decir, aprendimos a ser nosotros mismos en un conjunto de dos. No es que haya desaparecido el romanticismo, ni el mismo amor, es que es mirarnos y pensar lo mismo.
Me ajusté perfectamente a ti, que creo estoy listo para pasar a la siguiente etapa……….no solo ser parte de ti, en tu corazón. Ya no quiero que seas mi sueño constante, amor, es que necesito de ti cada minuto del día. Pienso, vida, que puedo hacerte feliz en las diferentes situaciones diarias.
Darte los “buenos días” al despertar. Compartir un apurado desayuno antes del trabajo. Llamarte a tu oficina. Esperar tu regreso. Encontrarte a la noche. Sentarme a tu lado. Contarte mi día. Escuchar tus quejas. Mirarte cerrar los ojos. Velar tus sueños.
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